Hace tiempo os hablé de la primera novela que compone la saga Los Caminantes de Carlos Sisí y hoy os recomiendo su continuación, Necrópolis.
El mundo tal y como lo conocemos ya no existe. Ahora los zombis ocupan la tierra y en Málaga hay un pequeño grupo de humanos que resiste en un complejo y parece que viven tranquilos y felices.
Esta segunda parte es un poco más extensa que la primera y sigue dejando con ganas de más. De nuevo la forma de describir las situaciones y el ambiente te hace vivirlo, e incluso puedes notar lo mal que huele la ciudad.
Lo que más me gusta es que las historias se van mezclando. No es todo el rato el mismo protagonista, sino que en cada capítulo varía y eso hace que quieras seguir leyendo porque quieres saber cómo va a terminar.
Realmente todo lo que sucede en esta parte es en un lapso de 24 horas, aunque a veces se remonta a los principios para perfilar mejor a los protagonistas y explicar qué los lleva a la situación actual.
Se hace un poco más duro porque esta vez una de las historias involucra a dos niños, Alba y y Gabriel. La pequeña de 8 años tiene un don que a la vez es su maldición y los llevará a vivir unas cuantas aventuras; y su hermano, con solo 13 años, tendrá que madurar de golpe para encargarse ella.
Pero no todo es maldad, también hay sitio para el amor con Moses e Isabel, vivirán un periodo de amor idílico. Y la esperanza llegará de la mano de Juan Aranda.
Una vez más sale a relucir lo podrido que puede llegar a estar el ser humano, y no solo por ser un cadáver que lleva meses en descomposición. Sino esa parte que sale a relucir en los momentos difíciles y saca a la luz la peor cada del hombre.
Sientes el pánico, vives el miedo, te desesperas con las situaciones, te alegras de sus buenos momentos. Es una novela que tiene un poco de todo y te transporta desde el primer momento hasta el último, haciéndote leer a veces con la boca abierta por el asombro. Creo que el padre Isidro me perseguirá durante mucho tiempo...
El mundo tal y como lo conocemos ya no existe. Ahora los zombis ocupan la tierra y en Málaga hay un pequeño grupo de humanos que resiste en un complejo y parece que viven tranquilos y felices.
Esta segunda parte es un poco más extensa que la primera y sigue dejando con ganas de más. De nuevo la forma de describir las situaciones y el ambiente te hace vivirlo, e incluso puedes notar lo mal que huele la ciudad.
Lo que más me gusta es que las historias se van mezclando. No es todo el rato el mismo protagonista, sino que en cada capítulo varía y eso hace que quieras seguir leyendo porque quieres saber cómo va a terminar.
Realmente todo lo que sucede en esta parte es en un lapso de 24 horas, aunque a veces se remonta a los principios para perfilar mejor a los protagonistas y explicar qué los lleva a la situación actual.
Se hace un poco más duro porque esta vez una de las historias involucra a dos niños, Alba y y Gabriel. La pequeña de 8 años tiene un don que a la vez es su maldición y los llevará a vivir unas cuantas aventuras; y su hermano, con solo 13 años, tendrá que madurar de golpe para encargarse ella.
Pero no todo es maldad, también hay sitio para el amor con Moses e Isabel, vivirán un periodo de amor idílico. Y la esperanza llegará de la mano de Juan Aranda.
Una vez más sale a relucir lo podrido que puede llegar a estar el ser humano, y no solo por ser un cadáver que lleva meses en descomposición. Sino esa parte que sale a relucir en los momentos difíciles y saca a la luz la peor cada del hombre.
Sientes el pánico, vives el miedo, te desesperas con las situaciones, te alegras de sus buenos momentos. Es una novela que tiene un poco de todo y te transporta desde el primer momento hasta el último, haciéndote leer a veces con la boca abierta por el asombro. Creo que el padre Isidro me perseguirá durante mucho tiempo...
Podéis saber más sobre el autor y sus obras en su página web o siguiéndolo en las redes sociales (@carlossisi).
Si os apetece una buena lectura y pasar un poco de miedo, podéis haceros con las dos primeras novelas aquí.
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