¡Por fin!
Después de más de un año, he logrado ir a Ikea Valencia y no nos hemos perdido dentro. Incluso nos atrevimos a coger los "atajos" entre secciones.
Eso sí, hemos caminado bastante, ahora entiendo por qué cada poco hay un espacio para recuperar fuerzas y descansar.
Ya que estábamos acabamos comprando varias chorraditas (todas muy necesarias por supuesto) y tomándonos un café, que al hacernos la tarjeta de Ikea Family nos salía gratis. Ahora entiendo por qué, está tan malo que pagar por él sería un crimen. No he probado peor café en la vida. Pero la magdalena estaba buenísima, todo hay que decirlo.
Así doy por realizado este reto tan simple, aunque no es fácil encontrar un hueco para ir, y menos sin un propósito concreto. De testigo, como no, está mi personita favorita a la que arrastro en casi todos los retos y que aun no entiende cómo siempre acaba cediendo.
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