lunes, 3 de marzo de 2014

"Amor y Dinero" de Ruth Harris

 Hace unos días, antes de coger el tren, mi madre me dejó un libro en la mesita con una nota: "te gustará y siempre se aprenden cosas nuevas".
 Así que no lo dudé, porque mi madre suele acertar con estas cosas, sabe que me gustan las novelas románticas. Y la oportunidad de tener un libro de biblioteca sin fecha de devolución es todo un lujo para mí. No me molesté ni en leer la sinopsis, sencillamente lo abrí y me dejé llevar. 

 Mi forma de catalogar un libro entre bueno y malo, es la forma en la que el autor/a me engancha y mis ganas por seguir leyéndolo. Y Ruth Harris casi lo consigue con Amor y Dinero. Es una lectura dinámica y fluida, con muchos datos sobre el mundo de la bolsa, pero ameno y didáctico en la medida justa. Aún así he tardado más de lo normal en leerlo, una semana.  Es de la clase de libros que me gustan, pero para leer a ratitos, porque son diferentes historias enlazadas y necesito dejar pasar un rato entre unas y otras para saborear los personajes y la trama. Por ello, desde mi humilde opinión personal, se merece un 7,5.


 No solo es la historia de los personajes (la niña rica y su familia, la niña pobre y el bribón zalamero). Además es la visión del mundo de Wall Street, la moda y la sociedad de Nueva York en las décadas de los cuarenta hasta finales de los ochenta. La presión social por la que no se hacen (o se hacen) determinadas cosas. Quién me iba a decir a mí que comprar joyas o abrigos ostentosos significaba ser nuevo rico y por lo tanto sin clase social.



 Como curiosidades:
  - Se menciona en varias ocasiones "ser un Gatsby" como una forma de vida derrochadora, y me ha llamado la atención porque recientemente se ha estrenado la película El gran Gatsby
   - La familia adinerada Dahlen vive en el 999 de Park Avenue, edificio sobre el cual hay una serie llamada 666 Park Avenue en la que dicho inmueble está maldito y aunque el título es 666, en la puerta del edificio se puede ver 999. Y parece que estos ricos del libro también están malditos, o por lo menos abocados a la infelicidad y depresión.

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